domingo, 2 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 15: PERDIDA

Bueno después de varios adelantos por fin lo teneís, el capítulo 15 ya está aquí.
Perdonar la tardanza, pero es que... debeís de comprender que es muy complicado ir día a día, sobretodo si el tutor es un... que te separa y te pone en filas de uno para que no hables y no puedas escribir...  :( a que es triste.. pero bueno nosotras siempre nos salimos con la nuestra YA ESTA,  a leer y disfrutar porque hasta que salga el 16... queda... jajajajaja besicossss ^^
(Capi dedicado a dos personas, que espero que no lean esta historia nunca :S, que se os/te quiere xDDD)
 
CAPÍTULO 15: PERDIDA
 


Continúo andando sin importarme que Javi esté gritando mi nombre, pero ni siquiera se molesta en comer hacia mí ni nada por el estilo, es idiota…
Sigo con mi camino, tengo algo de frío y con las manos trato de calentar mis brazos. Ahora es todavía más de noche que hace un rato, los árboles de este sitio tan empantanado no ayuda a que la escasa luz llegue. Más de una vez me tropiezo con las nudosas raíces de estos que salen del suelo encharcado. Procuro no acercarme al agua verdosa de este sitio, no puedo ver el fondo ni lo que puede haber dentro, tampoco quiero comprobarlo.
Varias veces he salido corriendo por culpa de ruidos que provocan los animales que se esconden en los matorrales que hay ami izquierda. También por culpa de enormes insectos: los moscardones más grandes que había visto, escarabajos del tamaño de manzanas, mosquitos por todas partes…- ¡Qué asco!- se me escapa más de una vez, mi cara parece un cuadro. Ahora mismo Frankestein comparado conmigo es una belleza. Estoy llena de barro, mi pelo parece una escoba y tengo el pantalón hecho jirones. Voy pensando en todo eso cuando de repente me tropiezo con una de esas odiosas raíces y caigo al suelo con un golpe seco. Me quedo un rato quejándome del dolor cuando me atrevo a mirarme el tobillo. Se ha quedado enganchada a la raíz, está torcido, y se está hinchando y amoratado. No voy a poder andar, por lo menos a un ritmo aceptable. Intento levantarme, ayudándome al tronco retorcido de árbol junto al que había caído. Duele más de lo que imaginaba, es como si me clavaran pequeñas agujas en el tobillo.
-Auuu, ¡Ay! ¡Ay!... Buah, me rindo, no puedo- me digo a mi misma poniendo cara de dolor mientras me apoyo en el árbol. Además, ¿para qué seguir? No sé donde estoy, y seguir andando solo me serviría para perderme más, si es que cabe esa posibilidad, no estoy saliendo del pantano, eso me lo demuestra la espesura de las plantas que tengo delante, dudo que tras ellas esté mi ciudad… El frío puede conmigo, me tumbo en el barro. Esta tierra está caliente, me hago un ovillo y cierro los ojos.
 Delante de mí los matorrales se mueven, ojalá sea Javi… ojalá… mis esperanzas se desvanecen al ver a un tío alto, no muy fuerte y bastante peludo. Me mira.
-¿A dónde vasssh nenaaa?- Sisea el tío este bastante alto, casi gritando, no nos separa tanta distancia… Tengo miedo, si ya por este frío temblaba, ahora mismo ni te cuento- Eoo eooo, ¿no me oyeeesh?- ¿¡CÓMO NO TE VOY A OÍR!? Estoy por gritarle, pero en vez de eso le miro atentamente.
-Estoy echándome un rato- le digo apartando finalmente mi mirada, para evitar ver esos ojos rojos y el estado tan lamentable en el que se encuentra.
Pues este no es el mejor sitio para dormir ehh guapaaa- me dice mientras suelta un eructo, está lejos, pero aún así, me llega un olor a alcohol agrio. Se acerca poco a poco hacia mí, notaba como el miedo me invadía. Decido ir deslizándome, poco a poco, que no se notara. Pero me agarra del tobillo, del hinchado. Al hacerme esto doy un grito y me salen lágrimas de los ojos ¡cómo duele! “será tonto” pienso, se ve claramente que está hinchado, y creo que se ha dado cuanta, porque se ríe a carcajadas… aunque igual es el pedo que lleva encima. 
Se acerca de nuevo y con un tirón de mano me levanta del suelo. Casi se cae, pero consigue mantener el equilibrio. Se vuelve a acercar al árbol bajo el que estoy y me agarra por los hombros, sin previo aviso me empuja contra el tronco y aprieta sus labios contra los míos. Ni siquiera parece consciente de lo que está haciendo. Se separa, da un paso hacia atrás y hecha toda la pota al suelo… bueno al suelo y a mis pantalones, que entre el barro y los jirones parece un cuadro de Miró. Entre la sensación de que me haya vomitado este tío encima y el olor que me está subiendo en estos instantes, tengo arcadas. No parece darse cuenta de lo que acaba de hacer, pero aún así, arruga la nariz, no me extraña; un olor así no puede pasar desapercibido.
-¿Cómo te llamaashh nenaaa?- me grita siseando de nuevo.
Decido inventarme mi nombre- Me llamo…- pienso un rato, solo se me ocurre uno en estos momentos- Yolanda- le digo finalmente.
-Saúl- me suelta como si nada, debe de ser su nombre. Cada vez lo tengo más cerca de mí, y entre el vómito, su aspecto, ese bulto, y mi situación, estoy asqueada. Me empieza a quitar la camiseta- Me estaashh poniendo maloo…- sus manos, heladas a la vez que sudorosas, me suben por la espalda. Me retuerzo para que me suelte, pero no lo consigo, por lo que cada vez me agobio más.
Oigo un ruido a lo lejos, como si las hojas de las plantas se estuvieran moviendo, pero no aparece ni nada ni nadie. Saúl sigue a lo suyo, se está quitando la ropa, no se está quieto y también hace intentos de quitarme la ropa a mí. Empieza a babosearme, en su lengua tiene un piercing con dos bolas y el sabor de su boca es de alcohol y… ¿marihuana? Deja caer todo lo que llevaba en los bolsillos al suelo, sin preocuparse por ellos: unas gafas de Sol blancas, una gorra ancha el anorak verde y negro… todo.
El sonido que escuché antes de todo esto se intensifica, algo se está acercando, pero Saúl sigue sin darse cuenta de nada. Debe de estar algo sordo… menudo personaje que está hecho.           
De repente, detrás de Saúl, de entre los arbustos, sale un hombre joven, de unos 20. No es muy alto, pero aún así bastante fuerte, ojos marrón-verdoso y pelo corto marrón. Va vestido con un uniforme de trabajo.
-Hola, soy Alberto, el *guarda-pantanos de esta zona- dice el hombre. En cuanto lo dice me relajo un poco; igual me ayuda- ¿Hay algún problema aquí?- dice, ¡BIEN! esta es claramente mi oportunidad.
-¿Por qué iba a haber algún problema?- dice Saúl. Yo, aprovechando que este no me mira, le asiento a Alberto con la cabeza, dando a entender que sí que pasa algo.
-Suelta a esa chica y vete o tendré que arrestarte y llevarte a la comisaría de la comarca “¡GRACIAS!” estoy a punto de gritarle.
Saúl me suelta y se va farfullando cosas incomprensibles, seguro que ni siquiera coherentes en el contexto de la situación. Cuando ya se ha marchado, Alberto comprueba si me he hecho algún daño. Después, viene el típico interrogatorio:
-Bien, ¿y cómo te llamas?- dice comenzando a caminar, debería seguirle, pero cuando ve el aspecto de mi tobillo vuelve y me ayuda, dejando que me apoye en él- Ven, te llevaré a la cabaña… ¿qué edad decías que tienes?- A este tío se le va algo la pinza. Decido contestarle solo a la última pregunta que me ha hecho, para evitar líos.
-Tengo 16 años- le digo un poco tímida.
-¿16? Pensé que tendrías más, y bueno ¿qué haces por aquí?
-Pues…- pienso el contarle todo lo que ha pasado, pero lo descarto en seguida, igual me meto en un lío o algo, además, no quiero que sepa todo eso…- Vine a dar un paseo y sin darme cuenta me adentré demasiado en este lugar
-¿Y para qué viniste a dar una vuelta por un sitio como… este?- pregunta algo extrañado.
-Pues porque me dio la gana, eso a usted no le interesa.
-Bueno, bueno, fierecilla… Ah, y por favor, no me llames de usted, que todavía soy muy joven, a los 40 ya habrá tiempo de que me lo llamen, ¿pero a los 20? Paso jaja- No, si el Alberto este, parece majo y todo.
-Vale, pues Alberto entonces jaja.
-Así mejor- dice riéndose levemente.
-Y bueno, ¿a dónde se supone que vamos?
-A la cabaña del guarda-pantanos, está cerca, tranquila, no tendremos que andar demasiado.
Andamos un rato por esta asquerosa zona. En mi vida pienso volver a un pantano; no hay luz, huele raro, demasiados árboles y los animales e insectos son muy extraños y grandes.
Al pasar un enorme sauce, se ve una cabaña, bastante grande la verdad. Se ve salir el humo del tubo chimenea, estoy deseando entrar porque se ha levantado brisa y vuelvo a tener frío. Al acercarnos se ve una figura esperando al lado de la puerta de la cabaña. Por encima de este, se ve humo, si te fijas sale de su boca; está fumando. Al acercarnos más se distingue que es la figura de Saúl.
Nos acercamos y cuando Saúl nos ve deja de fumar y tira el pitillo al suelo. Luego parece darse cuenta de lo que ha hecho (derrochar un cigarro) y vuelve para cogerlo y guardarlo de nuevo en la caja. Se acerca, yo me agarro del brazo de Alberto para que se pare cerca de mí y, en caso de necesidad, me proteja. Cuando ve que nos paramos, Saúl se acerca más, hasta quedarse frente a nosotros.
Pienso en lo que puede ocurrir, que nos grite, nos amenace… pero ocurre lo contrario, se derrumba y comienza a contarnos su mierda:
- Es... es... ¡esssh injusto! mi vida es un asco, mi novia me ha engañado, está embarazada de un tío que se llama Diego- Diego... pienso en el amigo de Javier, el que vimos en el pueblo esta tarde, pero en seguida descarto esa idea- Ella se llamaba Lorena... llevábamos un año y ahora sé que es una zorra de mucho cuidado... tenía el pelo liso y castaño, ojos marrones… y bueno, una inmensa papada- en ese momento se pone a lloriquear como un bobo. Alberto avanza un poco, pero solo lo justo para ponerse frente a mí.
-Bueno, pues vale, ¿y a nosotros qué?- dice, sabiendo lo que pasará a continuación. Saúl se levanta y ataca a Alberto.
Alberto, al principio, solo esquivaba fácilmente los torpes puños de Saúl, pero se acaba cansando de ver como un borracho le intenta arrear una paliza y le noquea en plena cara. Saúl cae redondo al suelo, lo único que hace es gemir un poco del golpe que acaba de recibir. Alberto le coge y lo pone sobre el sofá que más cerca está de la puerta de entrada y le pone unas vendas en la nariz para intentar detener la hemorragia.
Cuando acaba con Saúl se vuelve a fijar en mí. Estaba en un rincón, mirando atentamente a Saúl, pero al notar los ojos de Alberto, paso a mirarle a él. Lo primero que hace es mirarme el tobillo. Al tocarlo, no puedo evitar soltar un grito de dolor. Alberto me dice que está claramente roto.
            -No tengo aquí para escayolarte- me dice- Pero… con estas varillas y las vendas puedo inmovilizártelo y así, para cuando te lleve al hospital, no empeorará.
            -Gracias- le digo poniendo una mueca de dolor cuando comienza a colocarme las vendas en el tobillo- Pero… creo que debería ducharme antes de que me lo pongas, ¿no?
            -Puffff… bueno, vale, pero no hagas mucho esfuerzo, si ves que te duele para, ya te daré la ropa y como te digo, en el hospital te atenderán.
            No puedo evitar reírme y le explico por qué- Al final me acabarán conociendo en el hospital- se ríe. Me abraza cariñosamente y me lleva en brazos hasta el cuarto de baño. No sé por qué, pero tengo unas ganas tremendas de besarle, pero creo que ya sé cómo controlarme. Me deja en la puerta del baño.
            -Bueno, si necesitas algo…- me pongo colorada, ¿cómo que si necesito algo para ducharme? Se da cuenta de mi estado y se ríe- Tranquila, si es necesario me taparé los ojos- le empujo hacia atrás y cierro la puerta. Me miro al espejo, ¡qué patética que soy! Pobre Javier, a saber donde estará ahora…
            Comienzo a desnudarme y al rato oigo una música que me relaja bastante. Cuando me quito los pantalones, al pasar la pernera izquierda por el tobillo, no puedo evitar gritar, pero parece que no tan alto como para que se escuche, porque Alberto no parece haberlo oído. Me meto en la ducha y abro el grifo. El agua sale helada y vuelvo a chillar- ¡¡JODER!!- esta vez parece que Alberto lo ha escuchado y en seguida se oye como llama a la puerta:
            -Peque, ¿estás bien?- intenta abrir la puerta, pero mi cuerpo se lo impide.
            -Sí, sí, tranquilo- digo súper nerviosa; casi me ve desnuda
            -¡Ah! Por cierto… no he encendido el agua caliente… jeje.
            -Serás…- contengo el insulto que tenía preparado para él, pero solo porque me ha ayudado, si no ya estaría muerto.
            -¡Ya está!- Vuelvo a darle al agua, esta vez sale caliente. Me meto dentro, sin apoyar mucho el tobillo. Bajo el agua se está súper agusto. Cojo el gel, con aroma a vainilla y con su ayuda y la de mi mano, intento quitar todo el barro seco de mi piel, comienza a picar. Después cojo el champú y lo extiendo por mi pelo y doy un masaje con las manos, el agua hace el resto del trabajo. Salgo, cojo una toalla y salgo del baño. Me quedo mirando a Alberto, está bailando y la vedad es que parece un pato. Parece que a la vez que “baila” está cocinando, porque al darse la vuelta se ve que tiene una cacerola en la mano y con un delantal puesto.
            -¡Madre mía! Estás fatal jajaja- digo caminando hacia él, pero como voy medio a la pata coja medio normal, me tropiezo y se me cae la toalla. Alberto se me queda mirando, y yo roja como un puto tomate me hago un ovillo.

6 comentarios:

  1. ME ENCANTO EL CAP!!!!!
    MUCHOS BESOS
    PASAROS POR MI BOG, HAY NEW CAP. :)

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    1. Muchíísimas gracias :3 ahora mismo me paso ;) Un besazoop

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  2. Jajaja Se le cae la toalla!!?!??! Qué verguenza!!
    Me ha encantadoooo
    Besos

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  3. Jajaja sí, sí, se le cae, ya ves! yo ya habría pedido que se me tragara la tierra xD GRACIAS! besazooops

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  4. Wow me encantOooooooo quiero el siguiente plis subelo lo mas pronto que puedas plis?
    Besos

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    1. Pues mira, siendo muy sincera, no sé ni cuando estará ni si será pronto... de todos modos ya subiré una entrada informando de todo cuando comience en insti. Un besazo y gracias por comentar :D

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